Alicia en el país de las Maravillas



Desde hacía ya mucho tiempo me rondaba por la 
cabeza sumergirme en el mundo de Alicia, 
pero he de reconocer que fue, mi admirado director 
Tim Burton, el que me dio el último empujón 
para entrar en la madriguera del conejo blanco. 
No he querido ver la película hasta volver a leer 
el cuento, con lo cual no puedo opinar sobre ella, 
aunque no me cabe duda que será un locura “maravillosa.”
Pero volvamos a la obra de Lewis. 
Si buscáis una crítica al uso, os recomiendo 
que no sigáis leyendo, pues lo que voy a describir 
a continuación es lo que me ha movido por dentro, 
el poso que me ha dejado al llegar a su fin, 
lejos de tecnicismos literarios, alusiones a la psicología 
o al sarcasmo con el que esta escrita la obra.
Reconozco que al principio me constó meterme de lleno. 
Es un sin sentido tan absurdo que mi madurez 
no me permitía comprender. Pero amigos, 
cuando os dejáis llevar es increíble. 
La sonrisa del gato se acopló en mi cara, 
mientras mis ojos recorrían las palabras impresas. 
Entonces visualicé a mis sobrinas Elena y Sylvia 
sobre un tronco de un árbol cortado, 
jugando a que era un escenario, cantando y contando 
historias que a los adultos que allí nos encontrábamos 
nos parecían un galimatías sin argumento. 
En ese momento lo vi claro. Ahí esta el sentido de la obra. 
El sueño de Alicia, de una niña con una imaginación 
capaz de dar vida a los animales más inverosímiles, 
a situaciones que sólo en el mundo de la fantasía,
pueden suceder de la manera más normal.
Soñemos pues y no le busquemos el sentido a los sueños, 
disfrutemos de ellos, y dejemos de preguntarnos el por qué.


Y hablando de "Alicias", aquí os presento al primer personaje que creé para el taller... 

1 comentario:

  1. Sigue al conejo blanco! Me gusta todo, tu muchedad y tu otredad! Te recomiendo un pasaje de alguien que estuvo también en la tierra de los duendes, G.K. Chesterton, en Ortodoxia.

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