1. El Comienzo.



Abrió los ojos para contemplar en la oscuridad 
de su pequeña habitación aquellos números rojos 
del despertador que parecían no variar. 
Por enésima vez, les dio la espalda. Respiró hondo 
e intentó relajarse, dejar la mente en blanco, 
pero todo era inútil, su corazón se aceleraba 
y en su cabeza se agolpaban demasiados pensamientos.
Era el día, el comienzo del cambio, 
el primer paso para la consecución de su sueño.
El silencio reinante en la casa fue interrumpido 
por el chirrido inconfundible del cuarto de sus padres. 
Su madre se había levantado y pronto comenzaría a oler a café.
Con la mayor ligereza posible se incorporó en la cama 
y salió sin apenas hacer ruido para no despertar 
al chiquitín que dormía a su lado.
Era temprano, lo sabia, pero antes de comenzar su 
primera jornada laboral tenía muchas cosas que hacer.
La mañana transcurrió como de costumbre, 
sólo Alicia sentía que era especial.
Se arregló para el gran acontecimiento. 
Allí estaba; una muchacha sin apenas estudios 
pero con una ambición digna de reyes.
Cruzó el umbral de la puerta y se presentó ante su jefe. 
Con los ojos muy abiertos fue empapándose de 
todos los detalles que contemplaba a su alrededor.
En el escenario los técnicos de  luz y sonido comprobaban 
que todo estuviera a punto para el estreno. 
Los camerinos parecían el metro en hora punta, 
la multitud se agolpaba en los estrechos pasillos 
del back-stage, se oían voces ensayando a los 
personajes que debían dar vida, el nerviosismo 
se fundía con la ilusión. Apenas nadie se fijó en ella, 
pero no importaba, estaba allí, era el comienzo.

.-Alicia-la voz de su jefe le hizo volver a la realidad- 
es hora de ocupar tu sitio
Le mostró una antigua cabina en contraste con 
el moderno ordenador que cubría prácticamente toda la mesa. 
Una butaca y un ventanal cubierto por persianas. 
Tomó asiento, se pellizcó las mejillas, y se atusó el pelo. 
Quería  estar guapa ¡la verían tantas personas!
Levantó las persianas y su rostro se iluminó al ver 
que toda esa gente esperaba por ella. 
Abrió la ventanilla y con su mejor sonrisa se dirigió 
al caballero que encabezaba la interminable fila.

.- Buenas tardes ¿cuantas deseaba?
.- Dos localidades señorita, y por favor, centraditas.

1 comentario:

  1. Qué buenos esos enlaces que hacen que navegues por el blog..¡Jeje! ¿A que es divertido?
    :-)

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