Abrió los ojos para contemplar en la oscuridad
de su pequeña habitación aquellos números rojos
del despertador que parecían no variar.
Por enésima vez, les dio la espalda. Respiró hondo
e intentó relajarse, dejar la mente en blanco,
pero todo era inútil, su corazón se aceleraba
y en su cabeza se agolpaban demasiados pensamientos.
Era el día, el comienzo del cambio,
el primer paso para la consecución de su sueño.
El silencio reinante en la casa fue interrumpido
por el chirrido inconfundible del cuarto de sus padres.
Su madre se había levantado y pronto comenzaría a oler a café.
Con la mayor ligereza posible se incorporó en la cama
y salió sin apenas hacer ruido para no despertar
al chiquitín que dormía a su lado.
Era temprano, lo sabia, pero antes de comenzar su
primera jornada laboral tenía muchas cosas que hacer.
La mañana transcurrió como de costumbre,
sólo Alicia sentía que era especial.
Se arregló para el gran acontecimiento.
Allí estaba; una muchacha sin apenas estudios
pero con una ambición digna de reyes.
Cruzó el umbral de la puerta y se presentó ante su jefe.
Con los ojos muy abiertos fue empapándose de
todos los detalles que contemplaba a su alrededor.
En el escenario los técnicos de luz y sonido comprobaban
que todo estuviera a punto para el estreno.
Los camerinos parecían el metro en hora punta,
la multitud se agolpaba en los estrechos pasillos
del back-stage, se oían voces ensayando a los
personajes que debían dar vida, el nerviosismo
se fundía con la ilusión. Apenas nadie se fijó en ella,
pero no importaba, estaba allí, era el comienzo.
.-Alicia-la voz de su jefe le hizo volver a la realidad-
es hora de ocupar tu sitio.
Le mostró una antigua cabina en contraste con
el moderno ordenador que cubría prácticamente toda la mesa.
Una butaca y un ventanal cubierto por persianas.
Tomó asiento, se pellizcó las mejillas, y se atusó el pelo.
Quería estar guapa ¡la verían tantas personas!
Levantó las persianas y su rostro se iluminó al ver
que toda esa gente esperaba por ella.
Abrió la ventanilla y con su mejor sonrisa se dirigió
al caballero que encabezaba la interminable fila.
.- Buenas tardes ¿cuantas deseaba?
.- Dos localidades señorita, y por favor, centraditas.
Qué buenos esos enlaces que hacen que navegues por el blog..¡Jeje! ¿A que es divertido?
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