LAS CUATRO GIOCONDAS.



Su mirada cautivadora, su sonrisa incesante,
y esa mezcla de elegante sencillez, me estremecen.
Una dama que denota la seguridad enigmática de quién
es capaz de adivinar que su rostro será observado
durante toda la eternidad. La oscuridad de su ropa
en contraste con la luminosidad de su piel, hacen
resaltar aún más el misterio que la envuelve.
Es obvio que no se trata de una joven elegida al
azar por Leonardo. No. Hay algo de mágico en ella,
algo de bruja, de vidente, de persona que vive entre dos mundos.
Sin lugar a dudas se trata de la obra maestra de un genio,
de un hombre armado con el don de saber despertar la morbosa
curiosidad del ser humano ante lo desconocido;
ante lo inexorable.
Una vez más me hallo aquí, rodeada de extraños que se
agolpan para contemplarla, para ver con sus propios
ojos el pequeño lienzo del que tanto han oído hablar.
Intento ignorarlos y la observo fijamente mientras juego
a averiguar que pensamientos oculta. Me visualizo posando
ante aquel mago del pincel, tranquila, sosegada,
segura de mi misma. De pronto, una corriente gélida recorre
mi espalda y cómo un haz de luz que no se puede detener,
siento sus ojos mirándome con complicidad.
Me pregunto si ella es el punto de partida de mi
larga historia. Quizás sólo se trata de suposiciones,
de mi imaginación desmesurada, pero lo cierto es que
en cada decisión importante que he tomado a lo largo
de mi vida, de un modo u otro me he sentido identificada
con mi admirada inmortal.

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POCO A POCO QUERIDO LECTOR
PACIENCIA ESO ES SÓLO UN APERITIVO DE LO QUE
EN ESTE MOMENTO MI MENTE ESTA MAQUINANDO.

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